Disputar una
carrera como es el Maratón (42,195 ms) supone un esfuerzo extraordinario para
el cuerpo, y requiere de un entrenamiento específico si queremos lograr el
objetivo de Llegar a meta divirtiéndose,
los corredores populares no pretendemos otra cosa que eso; no es nuestro
objetivo ni hacer marcas ni quedar por delante de nadie, solamente nos preocupa
el poder cruzar la línea de meta y, si puede ser, en buenas condiciones.
Este
artículo está centrado en el esfuerzo MENTAL que es necesario realizar, en
primer lugar, para no abandonar la carrera y, en segundo lugar, para acabar la
carrera, si físicamente es posible, en unas condiciones óptimas. Es evidente
que para acabar el maratón, hay que estar físicamente preparado, y por
supuesto, no es posible llegar a meta por muy mentalmente fuertes que seamos si
no nos hemos entrenado lo suficiente; sin embargo, sí es imprescindible que
ambos entrenamientos el físico y el mental se compenetren para alcanzar nuestro
objetivo.
- Es
importante saber dónde van a aparecer los tramos más duros y los más llevaderos,
ya que con ello nos vamos a concentrar más, si es que tenemos que subir una
rampa dura o nos vamos a animar al llegar una bajada. Al conocer el terreno por
el que nos movemos se evitan las Sorpresas, puesto que cuando no conoces el
terreno te puedes encuentras en el kilómetro 36 ya físicamente agotado y por la
cabeza te pueden pasar frases como “esto es interminable”, “ya no puedo más,
¿cómo voy a afrontar esta cuesta?”, “estoy agotado”, “me paro y así ya no sufro
más”, etc., Estas cogniciones tienen suficiente peso como para provocar que te
pares, abandones la carrera o que acabes en un pésimo estado. Por tal
circunstancia, es imprescindible aprenderse el recorrido y así evitar los imprevistos.
- Si
realmente nos hemos concienciado para correr el Maratón, cuando lleguemos a los
momentos duros, actuaremos de modo que no nos vamos a dejar llevar por los
pensamientos negativos “no aguanto más”, “estoy harto”, etc., sino que
actuaremos sobreponiéndonos al cansancio físico “hay que seguir”, “ahora ya no
puedo parar”, etc.. Dicha circunstancia es debida, básicamente, a que nos hemos
preparado para la ocasión.
Teniendo en
cuenta todo esto nuestra mente pasa por cinco fases diferentes a lo largo de la
carrera:
Durante
estas fases, nuestro estado anímico varía desde un polo hasta el opuesto pasando
de estar Alegres a estar Suplicando para que llegue el final de la carrera. Sin
embargo, dicho estado se puede mitigar hasta el extremo de lograr, inclusive,
disfrutar de los últimos kilómetros de la Maratón. Pero para conseguirlo, hay
que mentalizarse de la existencia de los malos momentos y de la necesidad de
superarlos.
1. Euforia – Nervios pre-carrera: Esta etapa
se extiende, los minutos previos al inicio de la carrera, hasta que se llevan
recorridos los primeros kilómetros (4 ó 5). Durante esta etapa, se entremezclan
los pensamientos de alegría (“esto es un espectáculo”, “voy a por el maratón”,
“como me gusta esto”) con otros que reflejan las primeras dudas ante la carrera
(“cuando llegue a meta voy a dar botes de alegría”, “esta tarde, tras la
carrera, voy a estar todo el tiempo sentado en un sillón”, “me voy a comer un
buen filete”). Sin embargo, no dudo en ningún momento que muy pocas personas
nos planteamos el hecho de que antes del final de la carrera vamos a sufrir; y
este sufrimiento, por momentos, va a ser muy grande. ¿Por qué no nos planteamos
esta circunstancia?: El hecho es que durante este preciso momento estamos
FRESCOS, física y mentalmente, y lo que menos me voy a plantear en ese instante
es que al cabo de unas horas voy a pasarlo mal, simplemente, porque pienso que
no va a suceder; y es que si “ahora estoy bien ¿por qué luego me voy a
encontrar mal?” o “cuando tenga que sufrir, sufriré”. Estas cogniciones son
erróneas ya que no se ajustan a la realidad y, por eso, es fundamental
controlarlas y/o dominarlas (este supone el primer punto de
concentración).
Por ello durante
estos primeros instantes de carrera hay que ser cerebrales (no pasionales) y
comenzar la prueba tranquilamente (sin prisas), a vuestro ritmo, y sin dejarse
llevar ni por la alegría del principio, ni por el miedo a quedarse descolgados
del resto de corredores. De esta forma, en los últimos kilómetros de la prueba,
aparte de adelantar a muchos de estos corredores que, ahora, se dejan arrastrar
por la euforia del inicio, (el exceso que ahora están realizando, lo van a
pagar al final de la prueba), vamos a llegar en un muy buen estado físico y
mental.
2. La “charla”: Esta etapa
se prolonga desde, aproximadamente los kilómetros 6-7, hasta los kilómetros
14-15.
Se denomina
la etapa de la “charla”, porque durante este período de tiempo es cuando una
gran parte de los corredores se dedican a hablar con los “compañeros de viaje”
y con las personas que altruistamente nos animan cuando pasamos a su lado.
Asimismo, este es el momento en el que se suelen gastar bromas y/o contar
chistes.
Durante este
período de tiempo, el problema que nos podemos encontrar es el del
desconocimiento de nuestras posibilidades. En numerosos casos, los corredores,
bien porque físicamente se encuentran en perfecto estado (“ya estoy en el
kilómetro 11 y me encuentro muy bien, así que puedo acelerar”, “voy
perfectamente, no estoy nada cansado”), bien por la animación de la gente que
te empuja (“qué emocionante es ver a tanta gente animándote”) o bien porque
percibimos mal la realidad (“ya llevo un tercio de la carrera, sólo me quedan
dos tercios y no estoy cansado”, “ya sólo me quedan X kilómetros”) tendemos,
inconscientemente, a acelerar nuestro paso y a adoptar un ritmo que está por
encima de lo que nuestro cuerpo nos permite, provocando un agotamiento
prematuro de nuestra energía, primero física y segundo mental. La consecuencia
de todo esto es que, según el kilómetro de la prueba en el que ocurra, o bien
abandonamos o bien acabamos “arrastrándonos”
Por ello hay
que anticiparse a estas sensaciones, que cuando observemos que nos estamos
dejando llevar por la euforia de la gente que nos anima o que vamos a un ritmo
más veloz del que podemos, porque en ese momento nos vemos fuertes e
invencibles, actuemos con cabeza y reflexionemos sobre lo que más nos conviene,
y esto no es otra cosa que mantener, atendiendo, para ello, a nuestras
sensaciones orgánicas, un ritmo que se ajuste a nuestras posibilidades; de este
modo, no nos dejaremos arrastrar por lo que las sensaciones inmediatas nos
dictan, y que no son otra cosa que percepciones erróneas de la realidad.
3. La transición: (desde los
kilómetros 16 -17 hasta los kilómetros 22 – 23).
Esta etapa,
psicológicamente hablando, es neutra. Es solamente, durante estos kilómetros,
cuando los corredores populares realmente actúan, siempre desde un punto de
vista psicológico. Esta etapa supone un paso entre la alegría del principio y
el comienzo del cansancio físico y mental, de ahí que, durante este tiempo,
permanezcamos más o menos concentrados y corriendo de un modo más o menos
regular. Sin embargo los defectos que hemos ido acumulando durante los
kilómetros previos puede que si estamos rodando a un ritmo más fuerte que el
que nuestro cuerpo nos permite, vamos a seguir manteniendo esta línea.
A pesar de
los errores que, desde el principio puede que estamos cometiendo, durante este
período ni existe la euforia inicial (puesto que ya llevamos bastantes
kilómetros y la alegría del principio ya ha desaparecido) ni nuestras energías
están debilitadas (y por lo tanto, nuestra cabeza no nos está mortificando con
nuestro cansancio ni está malinterpretando los signos corporales que
presentamos), lo que nos permite correr, mentalmente hablando, de un modo
óptimo.
Este espacio
de tiempo adquiere, si así se desea, una importancia mayor para los corredores
populares, ya que, puede servirles de modelo para saber cómo deben correr un
maratón; es decir, que si MENTALMENTE, somos capaces de correr toda la prueba
como lo estamos haciendo ahora, vamos a estar en disposición de llegar a meta
en perfecto estado, ya que estamos dejando de lado nuestras cogniciones
erróneas a cambio de otras que nos permiten ir concentrados en lo que estamos
haciendo.
4. La Latente: Esta etapa, se extiende desde
aproximadamente el kilómetro 24 hasta lo que se ha venido en llamar “el muro”,
aproximadamente el kilómetro 32.
Es en este
momento, cuando puedo decir que comienza el Maratón: hasta ahora, nuestra
euforia, en primer lugar, y nuestro perfecto estado físico, posteriormente, no
nos han permitido captar la verdadera dureza de la prueba; pero, a partir de
este momento, una vez que ya comenzamos a sentir el peso de la carrera (las
piernas empiezan a sentirse cansadas, ya no apetece seguir corriendo, etc.), es
cuando vamos a empezar a sufrir física y mentalmente.
Sin embargo,
el verdadero sufrimiento psicológico está aún por llegar; en esta etapa,
mientras tanto, se empiezan a fraguar pensamientos que, más tarde, cuando
físicamente se está más cansados, van a pasearse una y otra vez por nuestra
cabeza de manera continuada, provocando, si no estamos preparados, unos efectos
devastadores.
Durante este
período de tiempo, es cuando uno empieza a preguntarse si va a llegar a meta,
es cuando empezamos a fijarnos, no en el camino que llevamos recorrido, sino en
el que nos queda por recorrer, es cuando, en definitiva, empezamos a
angustiarnos y hasta decaernos, porque, ya, lo único que queremos es acabar.
Es, pues,
una etapa de gestación que (aunque aparentemente pasa desapercibida), es la más
importante, ya que, si durante este espacio de tiempo logramos controlar
nuestros pensamientos y analizamos objetivamente todo lo que le ocurre a
nuestro organismo, posteriormente (cuando las sensaciones físicas sean más
desagradables), afrontaremos nuestro agotamiento en mejores condiciones. Por
ello nuestro ritmo va a ser más cansino, las ganas de correr van a empezar a
desaparecer y nuestra mente ya no va a estar tan despejada, Ahora es cuando se
debe empezar a aflorar los pensamientos
positivos que hemos preparado para este momento.
En este
aspecto si antes de la prueba hemos previsto este cansancio, ahora, cuando
llegue, vamos a afrontarlo con verdaderas garantías, ya que las cogniciones van
a ser del estilo “esto ya me lo esperaba”, “es normal este dolor, llevo muchos
kilómetros corriendo”, “forma parte de la carrera”, etc., y no las que
normalmente aparecen cuando uno no está preparado (“me duelen las piernas”, “no
me quedan fuerzas”, “estoy muy cansado y todavía me quedan muchos kilómetros”,
“no voy a llegar”, etc.). La diferencia entre unos pensamientos y otros es tal,
que, si en este tramo aplicamos los primeros, nuestro sufrimiento final va a
ser mucho menor (incluso puede ser inexistente) y se va a limitar,
exclusivamente, a nuestro dolo físico (que, por cierto, no es poco).
5. La del Sufrimiento (agonía,
ansiedad, etc.): se prolonga desde, aproximadamente, el kilómetro 32 hasta el
final de la prueba.
Esta etapa
es la que nos pasa factura si hemos sido excesivamente osados. Si ya de por
sí, yendo físicamente bien, mentalmente vamos a estar muy cansados por la
prueba, no es necesario imaginarse lo que ocurre cuando físicamente estamos mal
y no hemos previsto dicho cansancio. Durante este período de tiempo, lo único
que vamos a desear es acabar y ni los aplausos generosos de la gente, ni
nuestro estado físico nos van a ayudar a retirar de nuestra cabeza, estos
pensamientos. En este aspecto, la agonía es tal, que, una persona cualquiera
que todavía no haya corrido ningún maratón, no se explica el hecho de que
cuando tan solo te quedan dos kilómetros para terminar (¡después de haber
recorrido 40!) dejes de correr y te pongas a andar, y, es que, para la mente de
un corredor no preparado para la ocasión, que lleva corriendo 4 horas, esos
últimos 2 kilómetros, no son otra cosa que 2.000 metros y 2.000 metros son,
aproximadamente, unos 2.000 pasos, lo que supone una barrera imposible de
superar en ese momento, para cualquier persona que llegue en esas condiciones.
La
concienciación para la prueba va a impedir que estos pensamientos sean tan
negativos, ya que al estar mentalizados, vamos a prever su llegada y, por
tanto, vamos a saber, por lo menos, mitigarlos. Nuestro objetivo es, pues, que
al llegar al kilómetro 40 (ó 39 ó 38) sólo pensemos en ir a por el siguiente
kilómetro, sin obcecarnos ni angustiarnos por llegar a meta, defecto, que es
muy común en numerosísimos corredores, quienes creen que en el kilómetro 34
(porque sólo queden 8), ya han terminado la prueba, sin concebir el hecho de
que ahora cada kilómetro se multiplica mentalmente por 2, y, que, ni nuestros
pensamientos ni nuestro estado físico son los del principio, sino que son
radicalmente opuestos (“no puedo más”, “quien me manda a mí meterme en estos
sufrimientos”, “estoy harto de correr”, “no vuelvo a correr el maratón”, etc.).
CONSEJOS PRÁCTICOS
. Antes de
la carrera.
a.- Examinar
profundamente el camino por el que vais a pasar corriendo, prestando una
especial atención a los kilómetros donde haya subidas, ya que, éstas, aunque al
principio se llevan bien, posteriormente, cuando llevas recorridos 30 ó 35
kilómetros, sientan muy mal; así al conocerlas, como sabemos que van a
aparecer, las afrontaremos con mayor energía, fuerza y alegría.
b.-
Imaginaos a vosotros mismo, por ejemplo, en el kilómetro 36 y pasando un
verdadero calvario; una vez hecho esto, buscad frases reconfortantes como
“ánimo, ya queda poco”, “todavía me quedan fuerzas para acabar” o “después de
todo lo que he entrenado, no voy a pararme ahora”. De este modo, nuestro
sistema cognitivo actuará automáticamente, activando dichos pensamientos cuando
realmente nos encontremos en esa situación.
· Durante la
Carrera:
a.- no os
dejéis llevar nunca por la euforia del momento, ni al principio de la prueba
(porque estamos contentos y/o sorprendidos por la expectación existente o por
la cantidad de corredores) ni en la mitad de la prueba (al comprobar que,
aunque llevamos muchos kilómetros, no estamos cansados), ya que los excesos
físicos del principio se pagan luego. Por ello, recomiendo estar concentrado
durante toda la prueba, y para ello, nuestro mayor exponente es el conocimiento
de nuestras posibilidades.
b.- Sabed
que la frescura física, antes o después, desaparece. Con ello quiero decir que
no interpretemos el cansancio físico que va a aparecer, aproximadamente a
partir del kilómetro 25, como sinónimo de nuestro fin en la carrera, ya que es
lógico y normal que dicho cansancio surja. Está claro que si nos hemos
entrenado lo suficiente, no nos va a ocurrir nada (calambres, tirones, etc.).
c.- nunca penséis en los kilómetros que os quedan
para terminar, al contrario, id sumando uno a uno, es decir, pensad en el
ahora; con ello, reduciréis la angustia del final de carrera.