TRAIL DEL SERRUCHO 2013 – 23 KM de montaña
http://www.alalpardorunning.es/i-trail-del-serrucho/
Domingo 20 de Enero de 2013
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Domingo 20 de Enero de 2013
Previa:
Este 2013 llevo dos carreras de Cross, una de 6500 (Cross de la UNED) y otra de 8500 (Cross de la Universidad Europea de Madrid). La primera con un tiempo malo por kilómetro, mejorada sensiblemente por la segunda.
Salgo a las 8:30 de casa, tengo media hora en llegar a la localidad de Alalpardo, a 40 kilómetros al NE de Madrid.
Parece que habrá buen tiempo, luego de lloviznas y vientos de días anteriores. El auto marca 2º, cielo despejado.
Llego al pequeño pueblo, de puro estilo castellano. Sin contratiempos . Dejo el auto donde me indican de la organización del evento y veo a lo lejos la gente deportista. Tengo tiempo de sobra en comenzar los preparativos para carreras largas: vaselinas en lugares estratégicos, cintas adhesivas en nariz y pecho. Traje ropa diversa, tengo que elegir. Por el frío y viento intenso me decanto por estrenar (lo que no se debe hacer nunca en carreras) una camiseta técnica lujosa, utilizada por esquiadores: muy elástica y apretada, pero cómoda. Arriba el abrigo de runner. Guantes, gorro y bufanda.
La salida y llegada es en la placita de toros del pueblo. Muy pintoresco. Hay sensación de buena organización. Somos muy poquitos: la web de la carrera dice máximo trescientos.
Tomo los últimos tragos de agua, me pongo los lentes de sol y enfilo a la plaza. Hace mucho que no voy a una carrera solo, como perro malo. Estiramiento, trote para calentar. El speaker anuncia la salida: 23 kilómetros por delante, teóricamente accesible, con desnivel positivo de unos 350 metros.
La Carrera:
A las 10hs, puntualmente suena el “chupinazo” de salida. Veo a pocas mujeres. Será el frío o la dureza de la competencia.
Como toda carrera de montaña, es muy complicado hacer una estimación de tiempo. No tengo ni idea de cómo serán las cuestas, bajadas, suelo, además de las consecuencias de la lluvia vísperas.
Parto como de costumbre, bastante adelante para no chocar con los otros corredores en el comienzo, cuando se estrecha el camino, cuando se transforma en sendero. Esta vez no me he puesto pulsómetro, así que iré tirando de sensaciones. Luego de 400 metros de pavimento en leve subida, comienza el trayecto de tierra. Lo amplio del camino hace que no exista ningún problema con los otros corredores. Parece que será siempre así. Un problema menos. Son caminos rurales custodiados por campos de cultivo, arados en esta época, desnudos de hierbas, esperando los brotes de primavera. Corro a ritmo muy conservador pero por debajo de los 5’/km. A los mil metros cruzamos un arroyito por un estrecho puente, que me hace parar en seco para no tener que meter las zapatillas en el agua o un resbalón inoportuno. Se nota ahora las lluvias de días anteriores: barro y charcos que debemos esquivar. A los dos kilómetros salto una rama caída pero tropiezo con un palito. No me caigo, pero me obliga a no descuidarme. A los tres kilómetros, luego de una continua pero no extrema subida comienza un trayecto de barro, en realidad es una arcilla húmeda que se pega como chicle en las zapatillas. Parece que llevo dos kilos en cada pie. Trato de zapatear como “bailaor” flamenco para perder algo de lastre. Busco las orillas y algún hierbajo donde pisar para no juntar tanto barro. Hasta pienso en que perderé el calzado en el pegamento arcilloso. Sigo a buen ritmo, sin exagerar. Las sierras que se ven al frente no son las Cordilleras de los Andes ni el Himalaya, podremos treparla: en realidad son lomadas dentro de la meseta.
A los tres kilómetros y medio comienza una pequeña bajada y luego otra subida. En los desniveles se terminan los problemas de la arcilla, puesto que el agua lava las piedritas y tenemos un suelo más firme. Entre los 4 y 5,5 km está teóricamente la subida más notable del recorrido.
A los 6 kilómetros y pico está el primer avituallamiento: agua y bebidas para deportistas. No tengo mucha sed, pero como de costumbre, me obligo a por lo menos consumir un vasito de 200 ml. El viento pega del NO, me alegra haberme puesto la camiseta técnica. Aunque cuando para un poco el viento o nos posicionamos al reparo en las cuestas y nos da el sol con fuerza, me hace calor.
A partir del km 7, supongo que es el trayecto propiamente dicho que da nombre a la carrera: El Serrucho: pequeñas subidas y bajadas. Todavía no he tenido que disminuir excesivamente el ritmo por estas cuestas. Hay un trayecto largo de piedras-bola. Cuidado: elegimos bien el camino. Ya hay un corredor que va caminando y que paso. Parece que ha tenido una lesión. Se hace una cola en el sendero. Se debe pisar con la punta del pie. Voy bien e intercalo kilómetros a menos de 5’/km con alguno de mas de 5’13”/km. Es un medio maratón de montaña veloz. Parece que puedo hacer los 23 kilómetros en menos de dos horas. Quién sabe… en las subidas y bajadas adelanto gente, en los llanos me pasan a mí.
Cumplo los 10 kilómetros en 51’40”. No está mal. Veremos de apretar al final.
Sol brillante, viento frío. Sierras Nevadas a mi izquierda. Prados sembrados y aire puro. Es una particular belleza de la Castilla que no muchos conocen.
Llegamos a otro puesto de avituallamiento en un llano, estamos en prado manchego en la soledad absoluta. Bien organizado: hay fruta cortada, frutos secos y pinchos de tortilla! Me zampo dos vasitos de agua y Aquarius, dos trozos de plátano, un puñadito de uvas y continúo. Parece una meseta interminable. Me pasan dos corredores. La pendiente positiva es constante, pero se puede correr sin cambios de ritmo. Se hace pesada la recta que no termina mas.
La “llanura” sin fin culmina luego de poco menos de 4 kilómetros. El viento no ayudó mucho ni las zonas de arcilla pegajosa que había que sortear. Supongo que fue un tramo con 60 metros de desnivel. Ahora bajada y subida en curva hacia el Norte. Junto a esta loma, estamos protegidos del viento, el sol calienta y mi camiseta térmica de ski es demasiado calurosa. Debería haber usado una camiseta simple. No es un invierno tan crudo.
Ahora sí que parece que del km 16 al 17 es la parte más dura. La verdad que como el medio maratón es muy veloz se hace duro a un veterano como yo. A veces los más trabados se hacen menos complicados para mí. En este tramo de gran pendiente me asaltan las dudas si dejar de trepar corriendo y hacerlo caminando como varios a los que voy pasando. El factor psicológico funciona. Continúo avanzando sin caminar. Ahora me vienen las dudas si eran 23 o 25 kilómetros.
Cruzo un cartelito que indican 4 kilómetros desde la salida: es la indicación que encontré cuando comenzaba la competencia. El GPS marca casi 18km. Serán cerca de 23 km.
Voy a todo vapor. En algún sector voy a menos de 4’20”. El km 18 y 19 son los más veloces en bajada. Aun así, me superan un par de runners. En el 20 hay un pequeño repecho y siento un pequeño pinchazo en el costado. La puntada abdominal, el bazo, dicen. Debo bajar el ritmo. No suelo sufrir habitualmente de este problema. No queda otra que ir con un cambio de marcha menos, regular el esfuerzo, cambiar la respiración, más estómago y relajación.
Al menos no queda mucho y todo es descenso. Cruzo el puentecillo en del arroyo.
Faltando menos de dos kilómetros me adelanta una chica. Va a buen ritmo. Como me he recuperado un poco de la puntada, decido intentar ir a su espalda, que me proteja del viento y tire. Pero aguanto solo 300 metros, ella es más rápida. Me deja atrás y llega 150 metros antes que yo a la meta. Yo entro en el “podio de mujeres”, el speaker comenta que entra en este momento la segunda dama. En realidad, mi tiempo me permite ser 125º en la general con 1h58”. Lo que indica mi GPS Garmin: http://connect.garmin.com/activity/264124512#.UP_DTGBNm_U.email
Miguel J.C.
http://atletaydeportista.blogspot.com.es/
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